Sabemos el dónde, sabemos el cuándo, sabemos el qué pero 108 años después aún no hay una explicación clara sobre la naturaleza y causas de un evento que no produjo un cráter, del que no se halló indicio alguno de mineral proveniente del espacio (la hipótesis más fundada lo relaciona con la caÃda de un meteorito) pero que produjo una explosión capaz de derribar con su onda expansiva a personas situadas a 400 kms de distancia.
Eran las 7:17 de la mañana de tal dÃa como hoy en el año 1908. En plena Siberia, cerca del rÃo Podkamennaya, comenzaba a amanecer cuando se produjo una explosión de tal violencia que su onda expansiva llegó a producir alteraciones barométricas detectadas desde Londres, a casi 8.000 kms de distancia.
Durante varias de las noches posteriores al evento de Tunguska el cielo nocturno adquirió tal claridad que las crónicas de la época relatan que podÃa leerse un periódico sin necesidad de iluminación artificial en puntos tan alejados del impacto como ParÃs o Londres.
Un área de más de 2.000 kms cuadrados en torno al punto de impacto quedó completamente arrasada y millones de árboles fueron derribados quedando sus raÃces arrancadas apuntando de forma radial hacia el punto central en 60 kms. cuadrados alrededor del núcleo. Posteriormente (muy posteriormente, de hecho) se calcularÃa que la explosión tuvo una potencia equivalente a 30 megatones (la explosión de la bomba atómica de Hiroshima tuvo una potencia de 15 kilotones).
Un “núcleo” en el que años después (Rusia se encontraba en una época convulsa, previa a la revolución) la primera expedición que acudió a investigar no pudo encontrar vestigio alguno. Y es que la mayorÃa de las hipótesis apuntan al impacto con algún cuerpo procedente del espacio exterior, pero de ser asà con toda seguridad ese cuerpo habrÃa estado formado por hielo, con lo que al entrar en contacto de manera tan violenta con la atmósfera se habrÃa producido la violenta deflagración pero precisamente por su composición se habrÃa volatilizado antes de entrar en contacto con la superficie, y de ahà que no haya ni rastro del bólido que esa mañana de 1908 entró en nuestra atmósfera.
No fue hasta 1921, trece años después, que la Academia Soviética de Ciencias envió una expedición cientÃfica a Tunguska que descubrirÃa los estragos de la explosión, asà como los primeros indicios de que se tratarÃa de un fenómeno ligado a la caÃda de un objeto procedente del espacio debido a las anormales cantidades de minerales ricos en iridio y nÃquel encontrados en la zona, además de la presencia de magnetita.
Con el tiempo una segunda expedición (en 1938) permitirÃa tras tomar algunas fotografÃas aéreas, que debemos hablar de las explosiones, en plural, porque en realidad se detectó una secuencia de dos explosiones a poca distancia la una de la otra, algo que quedó de manifiesto al constatar que los árboles derribados trazaban un patrón “en alas de mariposa”, indiciario de dos explosiones muy próximas pero de distinta intensidad.
Investigaciones mucho más recientes (llevadas a cabo en 1999, pero algunos de cuyos resultados no se han dado a conocer hasta 2007) han revelado anomalÃas gravitatorias en la zona de Tunguska, relacionadas con el impacto.
Con el paso del tiempo se han desarrollado distintas teorÃas sobre las posibles causas del evento, siendo las más aceptadas las que buscan el origen en la caÃda de un cuerpo proveniente del espacio, probablemente compuesto en su mayor parte por hielo, lo que explicarÃa la ausencia de un cráter de impacto (al haberse producido la deflagración en el momento de la entrada en la atmósfera, sin llegar al suelo).
El hielo se habrÃa sublimado (paso de sólido a gaseoso sin pasar por el estado lÃquido debido a las altas temperaturas) y de ahà que no quede rastro de ese cometa, que además se calcula que habrÃa tenido unas dimensiones en torno a varios cientos de metros. La onda de choque atmosférica y la onda térmica generadas habrÃan producido el espectacular (y aún perecedero) vuelco radial de los troncos de los árboles.
Otras teorÃas afirman que pudo tratarse de una bomba de hidrógeno natural al haber penetrado en la atmósfera terrestre parte cometa rico en deuterio que habrÃa reaccionado con nuestra atmósfera con efectos similares a los de una bomba de hidrógeno.
También están las imaginativas teorÃas que lo cifran a naves extraterrestres, algún experimento de Nikola Tesla con su Rayo de la Muerte… pero más de un siglo después no hay una respuesta definitiva sino teorÃas con más o menos respaldo cientÃfico sobre un bólido que pudo haber causado un auténtico cataclismo si no hubiera caÃdo en un lugar tan remoto y deshabitado.